El sector transportista está en pleno momento de cambio. Uber, el servicio para compartir coche en la ciudad, no solo se desvela como un peligro creciente para taxistas y demás servicios públicos, sino que ya está calando hondo entre la población española.
A tenor de un reciente estudio realizado por TNS en colaboración con Uber, el 70% de los encuestados reconoce su predisposición a utilizar plataformas de transporte colaborativo. Este hecho significa un golpe en la mesa para los detractores de una aplicación móvil que con el paso del tiempo ve más cercano su éxito.
En esta línea, los usuarios residentes en Madrid y Barcelona son los que más valoran estas alternativas de movilidad, y se escudan en la falta de aparcamiento, la reducción de los gastos y la sostenibilidad como causas para recurrir a Uber en sus desplazamientos.
Semáforo en ámbar en España
Sin embargo, no todo son buenas noticias para la startup con sede en San Francisco. Tanto el colectivo de taxistas como las instituciones públicas están poniendo freno a una más que inminente eclosión del uso del transporte colaborativo. El pasado 1 de noviembre, la Generalitat catalana impuso 56 multas de 4.000 euros a Uber y a sus conductores por transportar pasajeros sin la licencia requerida, lo que simboliza un revés inesperado para los intereses de la compañía estadounidense.
El informe que desde las administraciones catalanas ha presentado a Consumo destaca la competencia desleal que profiere la ‘app’ para con los taxistas. “Afecta directamente al comportamiento económico del consumidor” a través de un sistema tarifario “que no se somete a ninguna regulación”, alegó el Instituto Metropolitano del Taxi (IMET) y la Mesa Técnica del Taxi, encargados de presentar la denuncia. De esta forma, Uber se encuentra con un nuevo bache que deberá esquivar si quiere seguir implantando con su modelo de negocio en España.
Luz verde en Washington
Por otro lado, Estados Unidos decidió el pasado 28 de octubre legalizar en Washington DC el servicio de varias compañías de transporte colaborativo, entre las que destacan Uber, Lyft y Sidecar. Este hecho supuso el punto y final a meses de duras negociaciones entre las partes que intervienen directamente en el conflicto: taxistas, reguladores, legisladores y los representantes de las entidades.
Sin embargo, no todo será coser y cantar para Uber. A partir de ahora, la startup deberá contar con un seguro de Responsabilidad Civil que vele por la seguridad de pasajeros, conductores y viandantes. Esta cobertura quedará recogida en la nueva legislación denominada Ley para Innovación de Vehículos de Alquiler.
Queda de manifiesto la revolución en el sector de la automoción, más cuando antiguos taxistas, con la amenaza latente de quedarse sin empleo, están ofreciendo sus servicios como conductores de Uber. En este sentido, las compañías de taxis ya no solo pelean por mantener sus clientes, sino que también están luchando por mantener a sus empleados.
La guerra está servida, ¿tú de qué lado estás?